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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Instrucciones para llegar al Cielo

La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, (...), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia (...) se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como i...

Kibbutz

Y aunque deseo fuese también una vaga definición de fuerzas incomprensibles, se lo sentía presente y activo, presente en cada error y también en cada salto adelante, eso era ser hombre, no ya un cuerpo y un alma sino esa totalidad inseparable, ese encuentro incesante con las carencias, con todo lo que le habían robado al poeta, la nostalgia vehemente de un territorio donde la vida pudiera balbucearse desde otras brújulas y otros nombres. Aunque la muerte estuviera en la esquina con su escoba en alto, aunque la esperanza no fuera más que una Palmira gorda. (...) ...bastaba, apenas, comprender, vislumbrar fugazmente que al fin y al cabo su kibbutz no era más imposible a esa hora y con ese frío y después de esos días, que si lo hubiera perseguido de acuerdo con la tribu, meritoriamente y sin ganarse el vistoso epíteto de inquisidor, sin que le hubieran dado vuelta la cara de un revés, sin gente llorando y mala conciencia y ganas de tirar todo al diablo y volverse a su libreta de en...

Música interior

Las melodías surgentes. Las palabras forman cadena en el aliento. Las imágenes forman sueño en la noche. También los sonidos forman cadena a lo largo de los días. Somos objeto de una "narración sonora" que no ha recibido en nuestra lengua una nominación semejante al "sueño". Aquí la llamaré "melodías surgentes". Las melodías que surgen inopinadamente cuando caminamos, que surgen de súbito según el ritmo de la marcha. Viejos cantos. Cánticos. Rondas infantiles y conjuradoras. Arrullos o canzonetas. Polcas o valses. Canciones de salón y refranes populares. Detritus de Gabriel Fauré o de Lulli. Los arcones de mimbre en el polvo del granero de Ancenis, en el olor acre del polvillo seco y fino, en los haces de luz que los estrechos tragaluces concentraban. Casi polvareda de un yeso que repercutía en las partituras musicales de los antepasados, que habían escrito hileras de Quignard en fila india, todos fabricantes de órganos y organistas en Baviera, en W...

No exentos

¿Cómo mirar con frialdad la muerte? ¿Con la intención de desaprobarla? Desapruebo el Aqueronte. Desapruebo las sombras. ¿Declarar que es demasiado injusto? ¿Que es ilegal? ¿Cómo recusar la dominación o la enfermedad? ¿La sexuación? ¿Cómo decir no al terror ? ¿Cómo despojar de razón a lo que existe? La reciente religión de la felicidad me revuelve el estómago. Hago lo posible para que mis labios no tiemblen ni se estiren, me pellizco hasta la sangre para no reír de la gente que decide sustraerse al espanto. Pascal Quignard en El odio a la música