escaleras

AN-MEI HSU Urracas Ayer mi hija me dijo que su matrimonio se viene abajo. Y ahora lo único que puede hacer es contemplar cómo se desmorona. Se tiende en un diván de psiquiatra y habla entre lágrimas de esta desgracia. Creo que seguirá ahí tendida hasta que no quede nada por caer, nada por lo que llorar. - ¡No hay ninguna alternativa!- exclamó. No se da cuenta de que, si no habla, ya está siguiendo una alternativa. Si no lo intenta, puede perder su oportunidad para siempre. Lo sé porque me educaron a la manera china: me enseñaron a no desear nada, a tragarme la desgracia de otros, a comerme mi propia amargura. ¡Y aunque enseñé a mi hija lo contrario, ella ha seguido el mismo camino! Tal vez se deba a que soy su madre y es mujer, y yo soy hija de mi madre y mujer también. Todas somos como unas escaleras, un escalón tras otro, que llevan arriba y abajo pero en la misma dirección. Sé lo que es permanecer en silencio, escuchar y observar, como si la vida fuese un sueño. Puedes cerra...