primavera

La verdadera belleza no reside sólo en lo que ya viene dado como belleza; está casi, ante todo, en el deseo y en el impulso. Es un advenir, y la dimensión del alma le resulta vital. Por ello la rige el principio de vida. Así, por encima de todos los criterios posibles, sólo uno garantiza su autenticidad: la verdadera belleza es la que sigue el sentido de la Vía, entendiéndose que la Vía no es sino la marcha irresistible hacia la vida abierta, un principio de vida que mantiene abiertas todas sus promesas.

Cinco meditaciones sobre la belleza, François Cheng


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